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Hablemos de bacterias.

La barrera cutánea es el sistema de defensa de tu piel. Nos gusta pensar en ella como un ecosistema que se compone de tres capas únicas: el microbioma, el manto ácido y la capa de lípidos. Cuando esta barrera es fuerte, tu piel es capaz de retener la humedad y protegerse de agresiones externas, como el clima o la polución. ¿Y por qué te contamos esto? Pues porque suelen ser las limpiadoras inadecuadas las responsables de dañar esta preciada barrera: piel deshidratada, seca, sensibilizada o con acné...


Doble limpieza facial sí o sí.

De nada sirve invertir en los mejores tratamientos cosméticos naturales y en las mejores cremas orgánicas, si no limpias tu piel por las noches, siempre, y aunque no te hayas maquillado. Toma nota, esto es lo que necesitas para una piel limpia y convertirte en una auténtica beauty freak:

- El primer paso: el aceite limpiador. Elimina las impurezas, incluído el maquillaje, el protector solar, la polución y el exceso de grasa. Los bálsamos desmaquillantes se suelen retirar con una muselina mojada, aunque en este grupo también incluiríamos la crema limpiadora y las aguas micelares desmaquillantes.

- El segundo paso: el jabón (sin jabón). En la base de su formulación hay agua, es por eso que nos recuerda al jabón, y es el encargado de eliminar la suciedad soluble en agua, como el sudor. Aplícalo con agua tibia y movimientos circulares. Cuidado con el típico gel limpiador, suelen resecar la piel, incluída la piel mixta y sensible.

Una limpieza eficaz hace que todo lo que apliques después se absorba mejor. Después de este paso tan crucial tu piel estará lista para recibir ingredientes activos como el ácido hialurónico o el ácido salicílico, presentes en las cremas hidratantes y en los serums.

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